Deja vu de un corazón inmaduro

  Siempre que escribo acá trato de que las cosas que pongo en este lugar me resulten emocionalmente reflexivas. Cuando empecé a escribir "Deja vu de un corazón inmaduro" (Sin creerme Cerati. Simplemente me gusta escribir de las cosas que me emocionan. Qué lindo atajarse así, no? Qué linda la paranoia. Para más información, ver el primer posteo de este blog), ya me perdí. En fin! Cuando empecé a escribir "Deja vu...", estaba a punto de ir a dormir. Es raro que yo quiera escribir una canción "para tal cosa o tal otra". En este caso, me quise referir a ese momento único y romántico que vive cada persona cuando se acuesta en su cama y se queda sola con sus pensamientos. Supongo que es distinto cada día y en cada persona, pero en ciertos momentos, a mi me gusta refugiarme de la realidad en esos pequeños e invaluables momentos que viví a lo largo de mis años. Me gusta, por momentos, pensar que sigo siendo un niño con todo el mundo por delante y todo por venir, o recordar cuando era un boludo con granos, antisocial, que escuchaba punk rock (igual que ahora, pero me liberé de los granos) y soñaba con tener la mina imposible. O pensar en cuando era muy muy chiquito, y veía un baile que se había armado en el club del barrio donde mi papá era director. Escuchar las primeras canciones románticas ochentosas. Descubrir lo que es el amor y enamorarse de la sola idea. Quería meter todo eso en una canción.
  Hace poco empecé a ver la serie Cosmos, y en el segundo capítulo te muestran cómo es que cada uno es un universo, y como estamos rodeados de diversos universos por todos lados. Yo pienso que esos momentos en los que me refugio forman mi pequeño mundo. También quise escribir alusiones a otras cosas que me emocionan.  Pero fue un momento en particular que me emocionó, ya que en esa letra también hago alusión a mi perro. Cuando dice "Esperando para verte aparecer. Se tanto el camino que empecé a correr" se refiere a cuando mi novia tenía que trabajar en turno tarde-noche, y la pasaba a buscar con el perro para ir a cenar juntos. Liam (así se llama el perro), en cuanto veía que encarábamos para ese lado, me tironeaba fuertísimo (es bastante gordo) porque quería llegar lo más rápido posible hasta ella. Mientras la cantaba el otro día no podía evitar emocionarme pensando en mi perro, y en ese amor descontrolado de los perros, que los hace correr hacia una persona sin que les importe ningún obstáculo. Las personas tendríamos que ser más así.

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